En nuestro viaje a Sevilla hemos visitado este museo que se encuentra junto a la Plaza de España e inserto en el parque de María Luisa, en un día veraniego de unos 36 grados; en su interior no había aire acondicionado pero bueno, más o menos el ambiente era soportable.
Consta de tres plantas, en la planta sótano hay once salas que exponen piezas prehistóricas desde el Paleolítico y Edad del Bronce (salas I-IV) a Tartessos y el periodo Turdetano (V-XI). En cuanto a las primeras nos cuentan la situación del Bajo Guadalquivir, mostrándonos las primeras herramientas de estas gentes y restos fósiles de animales marinos.
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De aquí avanzamos a la Edad del Cobre (h. V milenio a.C.), con restos de un poblado importante y ajuares funerarios del Bronce (h. IV-I milenio a.C.) de las sepulturas colectivas (dólmenes y megalitos) de las que hay reproducciones. Destaca una estela de guerrero en la que vemos su silueta esquemática con sus armas a su lado, escudo, espada y arco, además de un carro de dos ruedas. En cuanto a la civilización de Tartessos encontramos el legendario tesoro de El Carambolo junto con otros dos más tardíos además de muestras de su trabajo en la orfebrería y cerámica.
Una de las curiosidades de este museo es la opción de percibir diferentes olores como una cueva del Neolítico, perfumes funerarios… que se sitúan en urnas de cristal cerradas, y al abrirlas se percibe cada aroma. Sigue la idea de museo como incitador de los sentidos, que llega ya no tan solo en el ámbito visual sino al olfativo.
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La planta baja, con dieciocho salas, es la que abarca la parte más importante del museo y recoge el periodo Romano y la Antigüedad tardía (XII-XXVI). Lo que predomina en esta planta son esculturas monumentales (casi colosales) de mármol de la ciudad de Itálica: Mercurio, Venus, Diana… y una multitud de esculturas medianas, que representan a sacerdotes togados o también esculturas del emperador con las vestimentas de guerrero y de sacerdote. Nos ha sorprendido el busto de Adriano acompañado de esculturas de otros emperadores, como Marco Aurelio, Galba, Augusto y Trajano. Este último no se encontraba expuesto.
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También encontramos mosaicos entre los que destacan los dedicados a Baco y el Juicio de Paris. En las numerosas vitrinas hay trabajos en cerámica (lucernas, ánforas, vasijas…) y en alguna de ellas, aun perdura la firma del alfarero. Por otro lado, encontramos una colección de monedas ordenadas por emperador, epígrafes y multitud de estelas funerarias.
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La visita finaliza con un somero paso por una única sala dedicada a la Edad Media y Moderna, hemos estado unas dos horas en el mismo y nos hemos detenido en algunos detalles. Además, el museo incluye una planta alta a la que no hemos subido y en la que se realizan exposiciones temporales, está la biblioteca especializada en arqueología y arte, un salón de actos y las zonas de trabajo interno (dirección, administración, investigación…).
el museo esta bonito pero le falta que le pongan direccion